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Camino Roncesvalles -Santiago 2002

Roncesvalles - Los Arcos

Roncesvalles - Los Arcos

Prólogo. 

 

En este viaje me acoplo a los días de vacaciones, estas imponen el tiempo a los que trabajamos y no nos queda otro remedio que ajustarnos a estos requisitos. Me gustaría tener el tiempo suficiente para realizarlo de una tacada, pero esta vez es imposible. Espero de todas formas sentir profundamente los sentimientos y las sensaciones peregrinas.

  En el primer Camino las dudas eran inmensas, no había estado nunca, ahora ya conocía lo que supone una serie de días de esfuerzo y las energías que suponen caminar unas 7 horas cada día. La verdad es que este año tengo una peor preparación. Las circunstancias me han impedido prepararme como a mí me hubiera gustado, pero esas mismas circunstancias me aproximan al Camino con la esperanza de poder olvidar en algunos casos, y en otros casos asentar las nuevas situaciones de mi vida. Me apetece un recorrido en soledad para poder recapacitar sobre mis cosas y no tener que estar hablando de necedades o de cosas que no me interesan.

  Este viaje puedo decir que se inicio en el mismo momento que se terminó el anterior. La ilusión ha sido permanente, y una constante en mi cabeza, poder volver al Camino y continuar la tarea que deje a medias en Agosto del 2001.

  Realmente la preparación se inicio en Enero, cuando empecé a pasear y realice 4 etapas del Camino de Madrid en fines de semana consecutivos, repitiendo incluso la etapa de Cercedilla- Segovia, por el paisaje magnifico.

  Por otro lado inicio el viaje en Octubre como único tiempo disponible, y con la esperanza que los refugios y albergues no estén tan llenos como hace un año. Me apetece hablar con gente, pero sobretodo me apetece tener momentos donde la soledad sea mi compañera, para poder asentar mi cabeza y mi situación vital.

 

 

   Día 1  5/10/2002  Inicio del viaje.     

 

Hoy inicio de nuevo el Camino. Las sensaciones son muy parecidas a los del año pasado. La intranquilidad y un cierto temor a perder la seguridad de lo conocido invaden mi ánimo.

  El inicio siempre plantea preguntas. ¿Porqué me lanzo a la aventura? ¿Habré calibrado bien mis fuerzas? ¿Tendré todo lo necesario para la aventura?

  Estas son algunas de las preguntas que me planteo y, excepto la primera, se quedan sin contestar. La contestación a la  primera es la necesidad de establecer una distancia con mi realidad diaria y poder analizar mi situación familiar y personal.

  A las 7:15 sale el tren para Pamplona, me he levantado a las 5:30 y tras una ducha me he vestido y cerrado la casa. Con la mochila a cuestas he llegado a Atocha a las 6:15 donde he cogido un cercanías a Chamartín. Tras tomar un café en el bar de la estación he montado en el tren Altaria, coche 5, asiento 3 D.

  Aunque el billete es de turista al ir casi vacío el tren es muy cómodo. Han dado cascos y era posible ir oyendo música o viendo una película. Yo prefiero la música para relajarme.

  Enseguida vi al primer peregrino, con su mochila y su guía del País-Aguilar. Parece que lleva poco equipaje. Yo debo ser un desastre pero la mochila pesa 12 Kg. (¡una barbaridad!). El peregrino se llama Víctor. Quiere ir a Saint Piet de Port y llegar a Logroño en 6 días (mucho para mí).

  Nada más llegar a Pamplona nos dirigimos andando a la estación de autobuses. Esta se encuentra a unos 20 minutos andando. Suficiente para sudar un poquito, y comenzar a conocer la ciudad. En la estación dejamos las mochilas en consigna y nos dirigimos a dar una vuelta por Pamplona. Fue una vuelta de un par de horas que nos llevo a visitar la ciudadela y el centro de Pamplona. Vimos una exposición alimentaria que había en la ciudadela.

  Víctor es un personaje curioso. Fue montañero-aventurero, ha estado en Nepal y en América, subiendo y bajando montes. Dice que padece una lesión que le impide andar durante mucho tiempo, pero está dispuesto hacer un recorrido de 8 días en 6. A mi me parece muy acelerado y fuera de mi condición física. Me dijo que no estaba interesado en los monumentos. Toma el camino como un reto deportivo y una demostración de que tiene superada su lesión. Creo que el Camino debe ser algo más, el aspecto espiritual es innegable y sin él me es difícil concebirlo.

  Pamplona me pareció una ciudad muy agradable y digna de ser vivida y sentida. No existe el stress de las grandes ciudades ni el cotilleo de las pequeñas. Tiene el tamaño ideal. Además se nota que el nivel económico es alto.

  A las 2 de la tarde fuimos a comer y a las 4:00 cogimos el autobús camino de Roncesvalles. Fueron 3,91 euros y 30 minutos esperando dentro del autobús, que se iba llenando de peregrinos con sus mochilas. Algunos de estos serían nuestros acompañantes de los próximos días. Las caras desprendían alegría, esperanzas y,  por que no decirlo, un poco de miedo a lo desconocido.

  Nada más llegar nos recibieron rellenando un documento acreditativo y pagando 6 euros por la noche en el Albergue juvenil, el otro estaba lleno y por supuesto era más barato.

  Nos asignaron la habitación después de rellenar otro documento. Empecé a conocer más directamente a los peregrinos que iban a marcar mi recorrido los próximos días. Entre ellos estaba Enrique, muchacho de Madrid y que vive en Guadalajara; José, director de sucursal de la Caixa y natural de Barcelona; Adolfo vendedor de Barcelona; el trío de catalanes, dos de Bañolas y uno francés, dos de ellos familiares y agricultores, y el otro empleado de banca y nombrado por los otros como guía espiritual del viaje. 

  Una vez ubicados nos dimos una vuelta por los alrededores, vimos la Iglesia y el Claustro, interesante introducción al románico del Camino.

  Tuvimos que reservar la cena y  pagarla antes de la misa. Es curioso que pagas 6 euros y no te dicen que vas a cenar. Siento que utilizan al peregrino como puro negocio.

  La celebración eucarística fue entrañable, se siguió un rito del siglo XII. La bendición me hizo sentir incorporado definitivamente a mi deseado camino. La bendición se realiza en los diversos idiomas de los peregrinos. Es algo que no se debe saltar nadie que vaya a Roncesvalles para iniciar el Camino.

  Después fuimos a cenar (20:00), y allí contactamos con los peregrinos de otras nacionalidades. Durante la cena se habló en francés, inglés, alemán, catalán y español. Es como una torre de Babel donde la buena voluntad permite el entendimiento.

  La cena consistió en macarrones con tomate, trucha frita y manzana. A las 23:00 estábamos en la cama dispuestos a pasar lo mejor posible la noche. Yo tenía la intranquilidad del inicio de algo que había estado soñando desde hacía tiempo.

 

 Día 2 Roncesvalles – Larrosoaña (6/10/2002)

  Esta noche inquieta me hizo despertarme en multitud de ocasiones. El tiempo no pasaba y las horas se hicieron interminables. No creo haber dormido más de dos horas. No debía ser el único intranquilo, pues constantemente se oían ruidos de gente que se removía en las literas. Incluso a las 5 de la mañana se levantaron los catalanes y se ducharon, montando un poco de jaleo. La desconsideración a los demás se empieza a sentir desde el primer día, es una realidad a la que nos tenemos que acoplar..

  A las 7 de la mañana ya nadie aguantó más y se encendieron las luces. Todos nos levantamos a la vez. Yo por el nerviosismo preparé los bártulos rápidamente y fui de los primeros en salir a la calle.

  Estaba amaneciendo cuando a las 8:00 salí hacia el inicio del Camino. Fui acompañado por los catalanes pero enseguida comenzaron su charla y preferí acelerar. La poca luz me hizo que me despistara en una de las señales y me obligó a retroceder. El bosque es espléndido y se recorren con comodidad, son sólo 3 Km. hasta Burguete. Aquí busque un bar abierto y me volví a juntar con los catalanes, desayuné un café con leche y delicioso bocata de jamón.

  A las 9:00 reiniciamos todos juntos la marcha, pero enseguida me aburrí de nuevo del constante hablar y volví a acelerar el paso, hasta que los perdí definitivamente.

  El camino discurre por terrenos ricos en ganadería y en relativamente poco tiempo llegue al alto de Mezquiri. Es  apenas un repecho de 200 metros. La bajada es espléndida por un bosque de hayas típico del Pirineo. El tiempo era soleado y el cielo azul claro con alguna nube blanquecina. El aire era limpio tremendamente puro. Era una gozada para un caminante. A esta primera hora no hacia calor.

  Al final de esta bajada conocí a Danny. Es un inglés malabarista que se gana la vida con sus habilidades. No habla nada de español y ni tan siquiera lo intenta. Es un digno representante de un grupo de extranjeros que creen que los demás tenemos la obligación de entenderles sin hacer ni el mínimo esfuerzo por aprender el idioma.

  Al poco rato nos juntamos con un alemán que farfullaba inglés y casi nada de español. Se llamaba Clement. Iba con un gran paraguas de colores y nos comento que había dormido al aire libre disfrutando de una magnífica noche estrellada.

  Subimos los tres a la cima del Alto Erro. Un repecho un poco mayor que el anterior. La subida costo apenas 25 minutos. En el alto decidí abandonar a mis dos acompañantes, estaba un poco harto de hablar en inglés. Acompañado por un chaval de un pueblo cercano y su perro, aceleré el paso en la bajada. Esta si que es fuerte y delicada para los tobillos, sobretodo por la carga que se lleva a la espalda.

  En Zubiri entre a las 13:30 y tomé una coca cola en el primer bar y posteriormente fui al albergue con la intención de conocerlo. Me pareció grande y frío. Son unas antiguas escuelas reconvertidas en albergue. En el parque infantil había una señora que me indicó que pasara, eso hice y aproveche para dejar la mochila, mientras iba a comer. Había decidido continuar a Larrasoaña por la tarde. Pregunte por el restaurante y me indicaron frente a una gasolinera a la salida del pueblo. Recorrí cerca de un kilómetro por carretera hasta que llegue al cruce donde estaba el restaurante.

  En él comí el menú del día que era “paella” (arroz con carne), cordero estofado y cuajada (9 euros). A las 3 reemprendí la marcha después de recoger la mochila.

  En el puente de salida de Zubiri conocí a David, muchacho vasco con el que compartiría momentos agradables. Le comente que dejara la mochila en el albergue y se acercara a comer. Me dio gusto poder hablar en español.

  El recorrido de Zubiri a Larrasoaña se hace bastante pesado aunque apenas llega a los 6 Km., quizás el calor, la subida, llevar la barriga llena, por los 22 Km. ya realizados, y también por que volví a tener la compañía del malabarista y del alemán. Llegue a Larrasoaña bastante exhausto, fueron 28 Km. agotadores para un primer día.

  El albergue está compuesto por dos plantas. En la baja tienen una habitación llena de literas, un poco agobiante por el poco espacio. Tiene un servicio mixto, y un poco pequeño. A mí me tocó ducharme con agua fría, cosa que me revitalizó. En la parte superior tiene más habitaciones. El hospitalero nos recibió en un saloncito lleno de toques peregrinos y nos invitó a escribir en el libro del peregrino.

Después de recomponer y ordenar la mochila descansé durante media hora en la litera. Fue imposible dormir, el ir y venir de la gente era constante. Ante esta situación decidí dar una vuelta por el pueblo. Este es un agradable pueblo de montaña con casas muy arregladas y que la gente de Pamplona utiliza para pasar los fines de semana. Hay algunos edificios sorprendentes por el trabajo de marquetería y ebanistería que contienen sus fachadas. Tomé una cerveza con limón en una terraza con vistas al paisaje magnífico de los Pirineos

  La cena la realice con Enrique, David y dos franceses mayores que me acompañarían hasta Logroño. Fue divertida por el personaje que dirige el restaurante que entretiene y divierte a los comensales. Es un espectáculo que no se debe pasar por alto.

  A las 10 estábamos en la cama. Las habitaciones eran tremendamente pequeñas y el número de peregrinos por metro cuadrado excesivo. Estaba cansado, doloridos los pies, escocido en la entrepierna, por no ponerme el pantalón corto desde el primer día, y deprimido por la claustrofóbica habitación. Estuve un rato pensando si no me había equivocado y aquel no era mi mundo. Dormí como un lirón hasta las 4: 30 que me levante al servicio y cuando volví caí roque hasta las 6:30.

 

Día 3 Larrosoaña – Cizur (7/10/2002)

 

Este día para evitar gente incómoda decidí emprender la marcha rápidamente. Cuando los extranjeros empezaron a moverse me levanté, a las siete y cuarto inicie el Camino. Los demás estaban esperando que abrieran el bar para desayunar.

  La oscuridad lo inundaba todo pero el camino no tenía pérdida. Me costó arrancar y acostumbrar a las piernas a dar los primeros pasos. Me concentré en mis pensamientos y soledades y cuando quise darme cuenta llevaba 2 horas andando. Durante este recorrido se pasa por unos magníficos paisajes al lado del río. El aire fresco y húmedo inundaba mis pulmones. A la media hora empezó a amanecer y disfrute de la soledad y el silencio de los bosques. Después de algún tramo por carretera y de una fuerte subida se llega a Arre. La entrada se hace por un puente que da paso al refugio. Hubo gente que realizó la primera etapa hasta este puente, lo que representan 10 kilómetros más a los 28 iniciales, para mi excesivo y erróneo, los esfuerzos excesivos en el camino se pagan. Es mejor mantener un ritmo constante con paradas cada dos horas o dos horas y media, y en los primeros días no forzar excesivo quilometraje.

Arre y Villava están juntos y cuando llegué empecé a buscar un bar donde almorzar, eran las 9:45 y era necesario recuperarse. Estaban de fiesta y en el único bar que encontré abierto tomé un pincho de tortilla, coca cola y café. Un lugareño con alguna copa de más, una noche de parranda tiene sus efectos, me increpo pero me lo tomé con buen humor y no le di mayor importancia. 

  Llegue a Villava cansado por la voluminosa mochila y por el paseo del día anterior. La entrepierna la tenía escocida, lo que me producía molestias que me amargaban el camino. Estaba haciendo la etapa con el pantalón de chándal y el calor era considerable ya a esas horas.

  Cuando reemprendí al marcha (10:15) me encontré con los dos franceses mayores de la cena del día anterior, no hablaban casi español. Esta pareja me la encontré todos los días en las que inicie el camino temprano, tenían las misma filosofía que yo, iniciar antes que los demás y parar lo justo para no ser alcanzado. Hicimos juntos Villava-Pamplona, casi una hora de camino (11:15). En el casco antiguo se perdieron buscando el albergue para que les sellaran, y yo continué. Pasada la ciudadela las molestias eran tan intensas que pase a una farmacia donde compre vaselina y me senté en una terraza a tomar un café. Estaba dolorido y deprimido pero decidí continuar y ver como se solucionaba el escozor. Desde este punto hasta que llegue a Cizur se me hizo pesadísimo, el calor y las molestias me hicieron llegar exhausto. En el albergue me recibió Maribel, la hospitalera, a la que conté mi problema y me aconsejó comprar una crema de niños (Mustela). La compré y pasé a una ducha reconstituyente y solitaria en este magnífico albergue. Había sido el primero en llegar (13:30) y eso me permitió elegir cama y darme una ducha solitaria.

  A las 14:15 me fui a comer  y después me di la pomada y me metí en la cama hasta las seis de la tarde. Este tiempo lo aproveche oyendo al resto de peregrinos que iban llegando y desordenando todo. La radio me ayudo a inhibirme del ambiente durante un rato.

  La pomada fue mano de santo. Cuando me levanté me encontraba mejor y al día siguiente ni me molestó.

  La tarde fue agradable hablando con Maribel, David y Enrique. Es una auténtica forofa de Eunate. Esta es una persona entrañable que me ayudó a reparar mis dolencias y a estimularme para seguir. Nos llevo a la iglesia románica y nos subió a la torre. Desde allí es posible ver el camino hasta el Alto del Perdón, mitad de camino del día siguiente.

  Después de cenar con David, Adolfo y el grupo de extranjeros me fui pronto a la cama 9:15, para echarme de nuevo la crema e intentar que hiciera el efecto deseado.

  Me encontraba más reconfortado que el día anterior y más optimista.

 

Día 4 Cizur – Puente la Reina (8/10/2002)

 

Dormí muy bien y por la mañana las molestias de la entrepierna había desaparecido. Emprendí la marcha con el pantalón corto y no tuve ninguna molestia. Comencé el día saliendo rápidamente a las 7:00. La gente estaba pensando empezar cuando y ya estaba en marcha, no quería que me molestaran.

  Se realiza un acercamiento por caminos hacia el alto del Perdón. Siempre va el camino hacia arriba, con algún repecho destacable, pero poco a poco te acerca al primer pueblo, Zariquiegui. Llegué cuando el autobús escolar recogía a los chavales y las madres charlaban antes de iniciar la rutina diaria.

  Sin encontrarme a nadie continué subiendo hacia los molinos de viento que se observan en la cima. Aquí la subida se incrementa pero apenas son 15 minutos. Pasé por la fuente de la Reniega (sin agua) y poco después llegué al alto del Perdón (9 Km.). Después de contemplar el paisaje en ambos sentidos, el monumento de hierros oxidados y la famosa frase que dice: “Punto donde se encuentran el Camino del viento y el Camino de las estrellas”, me dirigí hacia Uterga. Desde el Alto del Perdón se puede observar hasta Puente la Reina (11 Km.).

  La bajada es abrupta pero no tan  dura como escriben en las guías, eso me pareció a mi, en apenas 40 minutos se encuentra uno en Uterga. Los últimos quilómetros me parecieron interminables deseaba llegar para desayunar (9:45). La sorpresa fue que no pude hacerlo al no haber bar abierto, pero si pude tomar una Pepsi de una maquina y rellenar la botella de agua. Un abuelo ironizó conmigo al preguntarle si llovería. Ya llevaba tres horas andando y necesitaba un descanso, y que vacilen cuando estoy cansado no me agrada demasiado.

  Así que de nuevo al Camino, en otros 40 minutos estaba en Muruzabal. Pregunté por el bar y estaba cerrado, eran las diez y media y abrían a las 11:00 según me dijo una monja. Esta amablemente me aconsejó que me acercara a Eunate. Estuve esperando media hora y al ver que no abrían marché en pos del consejo, camino de Eunate. Aunque ya cerca de Eunate me equivoque de camino, y en vez de seguir recto después de la ermita blanca de Muruzabal cogí el camino anterior, esto me costo coger la carretera durante 1 kilómetro.

  Desde Muruzabal se ve Eunate y las preguntas me abordaron ¿por qué una iglesia tan bella está tan alejada de poblaciones? ¿qué se quería ocultar?, ¿qué magníficos conocimientos permitieron una construcción así?, y muchísimas más. A las doce estaba en Eunate, allí estaban los franceses con los que vi la iglesia románica-templaria.

  Es impresionante la belleza del monumento. Se respira tranquilidad y mi cabeza estaba llena de calma y espiritualidad. Después de media hora marché con los franceses hacia Puente la Reina evitando Obanos. Tuvimos que recorrer aproximadamente un quilómetro al coger la carretera, fue un poco desagradable pero la espiritualidad de Eunate bien vale este pequeño esfuerzo.  Posteriormente un camino lleva hasta Puente de la Reina junto al albergue de los Padres Reparadores.

  Mis acompañantes se quedaron allí, pero yo continué por la calle Mayor. Como no había desayunado me metí en un bar y tome una alpargata de tomate con jamón y un café con leche, estaba desfallecido.

  Eran las 13:30 cuando llegué al albergue de arriba, es un poco frío por lo destartalado. La sensación que tuve fue como en las instalaciones de un polideportivo, todo austero y grande. Había cuatro habitaciones de veinte personas cada una de ellas. He de reconocer que pese a lo dicho anteriormente me di la mejor ducha del Camino en unas instalaciones preparadas para mucha gente en las que estaba solo.

  La ducha fue magnífica sólo interrumpida por José que paso para preguntar si el agua estaba caliente. Hay gente inoportuna con el placer de los demás.

  Cuando terminé llegó Emilio con su perro. Nos habíamos conocido en Cizur y me había invitado a comer (cosa que rechace) y le pase el Betadine por que tenía una herida en los pies. Este fue el inicio de una amistad.

  Es valenciano y el compañero más leal del Camino. Viene con su perro y con su coche. Después de cada etapa vuelve al pueblo anterior a coger el vehículo. En él lleva la comida del perro y parte de su carga. Es tremendamente temperamental y nervioso. Es una persona hiperactiva. Esa noche dormimos en el mismo cuarto José, Emilio y yo, una gozada de soledad, mientras que el otro albergue estaba lleno de gente.

  Después de la ducha bajamos al pueblo los tres. José y yo nos metimos a comer en un restaurante. Como José quería comer bien tomamos unas judías rojas y un buen entrecot, junto a una botella de vino y 3 coñac.

  José me invitó quedando que en Burgos le invitaría yo, cosa que no se pudo producir al no llegar él. El tuvo que echarse la siesta mientras que yo charlaba en el Puente románico del pueblo con David, Víctor y Enrique. La tarde fue tranquila y yo no pude cenar. A las 22.00 estaba en la cama.

  Total 21 kilómetros más un par de ellos para ir a Eunate.

 

Día 5 Puente la Reina – Estella (9/10/2002)

  La noche había sido lluviosa y empezó el día cayendo agua. Me puse el pantalón de agua, las polainas y el poncho. Comencé a caminar junto a José a las 8:00. Preferí ir acompañado en un día tan desagradable. Esta etapa la tengo marcada como terrible del año pasado, en ella mi estomago estaba fatal y lo pasé muy mal. Este año no iba a ser diferente, de otra manera pero también fue horrible.

  Después de un par de kilómetros se inicia la subida por un camino tremendamente embarrado. Con todos los bártulos encima y con los pies en el barro, se resbalaba constantemente y más de una vez estuvimos cerca de terminar en el barro. Es apenas un kilómetro pero tremendamente duro con el barro. Nos decidimos a ir a la carretera durante otro kilómetro. Yo estaba dispuesto a realizar la etapa por la misma pero José prefería continuar por el camino, le daba miedo la carretera. Así que volvimos y entramos en Mañeru donde nos alcanzó Emilio y Adolfo, con los que hicimos el resto de la etapa.

  Después de parar un poco en la plaza de Cirauqui continuamos por la calzada Romana y el puente hasta Lorca, donde paramos a tomar una coca cola en el bar de la salida del pueblo, este estaba cerrado pero al tener una máquina pudimos parar un poquito.

  En Villatuerta entramos en la iglesia donde ya no estaba el abuelo del año anterior (había fallecido) y una señora le sustituía en las explicaciones.

  A las 13:00 llegamos al albergue y tras dejar los bártulos en el cuarto y de darme una buena ducha me fui solo a comer a la plaza del pueblo. Llovía en abundancia. Pude comer una ensalada y una paella prefabricada. En un restaurante vacío. Después tomé un café y volví al albergue a acostarme un rato. De la entrepierna me encontraba mucho mejor. Descansé un par de horas. Después me levanté y escribí las postales a los amigos.

  Mientras que escribía el grupo de 3 catalanes y David decidieron hacer una paella para todos. Yo les ayudé desde las 8 hasta las 10, primero a hacerlas y después a recoger. Fueron 27 comensales que pagamos 3 euros por persona (hubo algunos que no pagaron). Se tomo ensalada, paella, galletas y licor de manzana o avellana todo regado con vino.

  Los extranjeros fueron felices y desde ese momento fuimos más populares los españoles.

  Cuando toca trabajar la gente se hecha para atrás y prefieren que se les sirva. Apenas 4 personas trabajamos para el resto. Miguel y Alex, los dos catalanes, David y yo.

  Durante esta cena conocí a María y a Mariana. María era muy agradable y trabajadora y terminaba ese día su aventura, y Mariana es muy simpática y algo más retraída, esto en el primer momento me confundió y me dio pie a unos sueños fuera de lugar. Emilio se enamoró de ella y es una historia que hoy 24 de noviembre de 2002, que es cuando estoy escribiendo, todavía está desarrollándose, siendo yo el confidente de Emilio. A estas chicas las conocí cuando llegue a Cizur, las indique el camino al refugio pero ellas decidieron continuar a Uterga ya que acababan de comenzar en Pamplona. Ambas también ayudaron a recoger la paella de Estella.

  A las 10 de la noche estábamos en la cama dispuestos a dormir. Después de todo el día en compañía tomé la decisión de hacer la siguiente etapa solo. Me dormí pensando en María y Mariana y un poco enfadado por la falta de consideración de la gente del albergue. Les habíamos pedido 30 minutos más para recoger tranquilamente, pero no accedieron.

  Hubo un hecho que no me gustó de la hospitalera. Cuando ya teníamos la comida en la mesa esta fue a la presidencia y marcando una tendencia religiosa, bendijo la mesa como si ella hubiera sido la organizadora obviando que previamente ya la habían bendecido en varios idiomas los comensales.

  Me fastidia la gente que aprovecha el esfuerzo de los demás para promulgar sus ideas. Ella no se quedó a la cena pero 3 hospitaleros se apuntaron al festín sin haber colaborado y sin pagar. Pese a todo este esfuerzo cuando se les pidió 30 minutos más se negaron en redondo. Sólo están dispuestos a recibir y no a dar. Los peregrinos organizamos y ellos se aprovecharon de la situación para impartir doctrina y cenar. Este refugio siempre me deprime y me aísla, quizás sea por la masificación.

  Por cierto por el desayuno cobran 2 euros y este consiste en café con leche y galletas o biscuit con diferentes tipos de mermeladas. Me parece un poco caro. Este albergue en definitiva no me gustó por lo masificado e impersonal.

  Total 21 kilómetros. Puente la Reina – Mañeru fue horrible por el tiempo pero mi estado físico estaba en mejores condiciones que el año anterior.

      Día 6 Estella – Los Arcos (10/10/2002) 

Después de la experiencia de compañía del día anterior, decidí marchar en soledad. Salí a las 7:00 cuando todavía no había amanecido. Me levanté a las 6:30 y tras un ligero desayuno me puse el pantalón de agua, las polainas e inicie la marcha. Chispeaba ligeramente y me despedí de Estella a través de su calle Mayor, eminentemente peregrina. Cuando llegue a la plaza donde me despedí el año pasado de Paquito los recuerdos fluyeron a mi mente. Poco después tuve que parar para ponerme el poncho, pues chispeaba. Sin salir de las calles de Estella se entra en Ayegui todo este camino es en cuesta. Llegando a la plaza tomé el camino a Irache. Por una calle de fuerte bajada se llega a la carretera y un Km. después a la fuente del vino donde comprobé que había tal pero bebí agua. Es una curiosidad pero sin demasiado arraigo. A mí a las 7:30 no me apetecía en absoluto beber. Todo este camino lo realice en noche cerrada.

  Después de andar durante hora y media por buenos caminos se llega a Azqueta, lugar que no tiene ningún servicio para el peregrino y menos a las 8:30 de la mañana. Tras pasar por una explotación ganadera y por un sendero al lado de las vides donde el barro abundaba se llegó a Villamayor de Monjardín sobre las 9 de la mañana.

  Allí busque el albergue atendido por un matrimonio holandés en el que pude tomar un bocadillo de jamón york con tomate y un café con leche. Estuve sentado una media hora, antes de meterme en una de las partes más solitarias del recorrido.

  Son 12 Km. por caminos y pistas de concentración parcelaria. En este recorrido esperaba estar unas 3 horas pero como el camino era magnifico y atrás veía a los franceses mayores, emprendí un paso veloz que me permitió ir cogiendo caminantes que habían salido de Villamayor. Estuve entretenido por que la primera meta fue una madre y una hija alemana, después un matrimonio venezolano y por último unos brasileños con rasgos orientales; y siempre controlando a los franceses por detrás para que no me alcanzaran. Fue un recorrido solitario que por el afán de no ser alcanzado y por que imprimí un fuerte ritmo se me hizo muy corto. Apenas 2 horas y media eso que hubo un par de tramos que sacan del camino para meter al pobre caminante por barrizales, pero esto se llevo con dignidad y sin pensar demasiado. Desde Villamayor no volvió a llover aunque no me quité en ningún momento el poncho. Fue un rato ideal para andar, no llovía y tampoco hacía calor.

  La entrada a los Arcos se hace por la calle Mayor y un poco antes de la Iglesia paré en el albergue que está atendido por una señora muy servicial. Llegué sobre las 12:30 y tras una ducha  fui a comer a uno de los restaurantes. La mayoría de los peregrinos se fueron al albergue municipal pero Enrique y yo junto con un muchacho argentino (Miguel) nos quedamos aquí. Fuimos sólo 4 en la habitación. Mucha tranquilidad y una sola persona por litera; una maravilla después de Estella. Costo 6 euros. Tuve suerte pues el albergue municipal aunque más barato 3 euros estaba muy masificado.

  La tarde fue un poco aburrida. Dio tiempo a todo. Pude ver la Iglesia, el albergue municipal, tomar un par de cervezas y a cenar tranquilamente. Tengo que recordar la próxima vez que es posible alargar un poco la etapa.

  La iglesia es magnifica con un hermoso claustro lleno de rosas, pese a la lluvia caída en los dos últimos días.

  Como anécdota puedo decir que debajo del albergue había una tienda en la que compré y comí con ansiedad una tableta de chocolate, cosa que nunca hago. Creo que físicamente necesitaba azúcar. El mismo cuerpo muchas veces es el mejor medidor de las necesidades, y cuando este aprieta es conveniente escucharle y hacerle caso. La comida y la cena la realice en el mismo restaurante, uno que hay junto a la gasolinera.

  Antes de dormir los cuatro que estábamos en la habitación, Miguel (argentino), el madrileño y un austriaco joven de no levantarnos antes de las 7:30. Cosa que cumplimos fielmente.

  Resumen:

  -         22 Km. realizados en solitario y una etapa que parece más corta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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