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Camino Roncesvalles -Santiago 2002

Palas de Rei - Santiago

Palas de Rei - Santiago

Día 16. Palas de Rei – Arzúa. 11-05-2003

Me levanté temprano y emprendí el camino con mucho más ánimo que el día anterior. Era una mañana fresca y el cielo estaba despejado, el tiempo me ha respetado durante todo el recorrido.

 

Al poco de partir encontré un peregrino que llevaba un paso vivo. Me junté a él y la conversación fue fácil y fluida. Se llamaba Miguel, era de Burgos y había partido de allí tres días después que yo. Sus etapas eran largas y su estado de forma excelente. Me contó sus expectativas de futuro y sus ilusiones. La peregrinación lleva a los caminantes a comunicarse abiertamente, no teniendo en cuenta el poco tiempo de conocimiento. Yo creo que las muchas horas caminando en soledad y conversando con uno mismo, llevan a que cuando se encuentra a un ser humano en una situación similar se produzca una auténtica confesión. Se juega con la ventaja de que el interlocutor es imparcial y no participa en la vivencia por lo que se va a poner siempre de nuestra parte.

 

Con este paso fuimos por el sube-baja constante que las tierras gallegas imponen. Pasamos por aldeas como San Xulian y Pontecampaña. En Casanova paramos a tomar un café rápido.

Antes de Furelos pasamos por un polígono industrial que nos descolocó un poco, pero enseguida pasamos el hermoso puente romano de cuatro ojos y entramos en la pequeña iglesia para que nos sellaran.

En Melide paramos en una fuente a tomar algo de fruta, que llevaba Miguel, y a reposar un rato antes de continuar. En Melide es famoso su pulpo pero a las 11 de la mañana no nos apetecía.

            Con las piernas un poco descansadas y con una agradable conversación continuamos por el camino. Este en los primeros kilómetros es agradable pero pasado Boente se inician otra vez los rompepiernas, hasta Arzua no se parará de subir o bajar en bruscos cambios. Se atraviesan algunos bellos bosques de eucaliptos y praderas donde pacen vacas, ovejas y caballos. Es destacable la subida desde Ribadiso a Arzúa. Durante las subidas el aliento se perdía y me costaba mantener la conversación. El albergue de Ribadiso está ubicado al lado del río y es un sitio tremendamente agradable donde en verano se puede tomar el sol en las pradera junto al río. El único inconveniente es que está un poco aislado y no hay servicios cerca. La llegada a Arzua se hace larga y pesada, se tiene que atravesar gran parte del pueblo para llegar al centro. Mucho tiene que ver el cansancio de la etapa. Con este nuevo amigo llegamos sobre las dos de la tarde. Aquí me despedí de mi compañero pues quería continuar hasta Santa Irene. Los pasos de los peregrinos se encuentran y se separan conforme el Camino nos dicta, todos tenemos nuestro Camino y nuestro destino en la vida que nos hace alejarnos y aproximarnos. Pero esto no quiere decir que dejemos de ser amigos y los tengamos en el corazón durante muchísimo tiempo.

   Me dirigí al albergue y allí tomé posesión de una cama. Tras la ducha de rigor bajé a comer. Nada más salir me encontré con la pareja gallega y con Everson. Los tres nos dirigimos a un restaurante que está en la misma calle del albergue donde di cuenta de una especie de paella y de un filete. El pobre Everson se limitó a una ensalada y a fruta. Después de comer alargamos la charla hasta las siete de la tarde, ninguno quería que se terminara la experiencia y nos resistíamos a desaprovechar ocasiones de estar sintiendo la realidad de nuestra experiencia. A todos nos agobiaba la llegada a Santiago hubiéramos deseado que se alargara unos cuantos días más. Pese al esfuerzo de caminar nos pesaba más la vuelta a la realidad rutinaria y diaria. En el albergue había cantidad de peregrinos que no conocía, se nota la proximidad de Santiago, en las primeras etapas éramos casi siempre los mismos. No me apetecía cenar así que me fui pronto a la cama.

      Mi cabeza empezó a tener conciencia del fin y estuve repasando los momentos vividos y las experiencias. Me costó dormirme. El día había sido agradable y no había sentido demasiado el esfuerzo, mi cabeza había estado entretenida en la conversación con Miguel y no había tenido tiempo en regodearse del cansancio.

Kilómetros 28,6

         

             Día 17. Arzúa – Monte del Gozo. 12-05-2003

Me desperté muy temprano preocupado por la etapa larga que nos esperaba y por que era la última. El dormitorio estaba tranquilo aunque los primeros caminantes empezaban a moverse con sigilo.  A las seis y media no pude más y me levanté. En la plaza tomé un café y unas magdalenas mientras se levantaba el día. Con la luz justa comencé el último día de camino. Se vuelve a subir y bajar de forma obsesiva, nunca son demasiado largas pero suficientes para hacerte sudar. 

     A la altura de Calzada encontré sentado a un profesor de historia de Venezuela. Había venido a España a unas conferencias en la Universidad de Salamanca y había aprovechado los últimos días de estancia para hacer los últimos 100 kms. Estaba agotado y reventado por las ampollas. Apenas podía caminar pero se le veía feliz por haber podido cumplir una ilusión.  Me comentó que desde que estudiaba siempre le había fascinado el Camino de Santiago. Había pensado mucho las razones que llevaban a los hombres de la edad media a salir de su entorno y emprender un viaje tan largo al fin del mundo conocido. También asimilaba el viaje actual con el viaje entonces. Hoy en día el peregrino, dentro del esfuerzo que realiza, encuentra comodidades y facilidades que antaño eran impensables. Dormían, comían y vivían muchos días al aire libre. Sólo la hospitalidad de las gentes les permitían sobrellevar un poco mejor el recorrido. Los peregrinos mal comían y subsistían con lo que les ofrecían. Muchos de ellos enfermaban y los Hospitales eran fundamentales. También achacaba a la consolidación del cristianismo de la Iglesia y a los intereses de repoblación del territorio cristiano del rey Alfonso II el Casto lo que facilitó este sendero. Fue una charla tremendamente interesante que terminó en Salceda, donde paró a descansar. No podía más y sólo pensaba llegar hoy hasta Arca.

     Yo preferí continuar un poco más hasta el Alto de Santa Irene. Allí entré en un bar donde di cuenta de una cerveza y un pincho de tortilla. Cuando salía encontré a Alba y a Tes que iban en una animada conversación sobre los nacionalismos en nuestro país.  En Arca sellamos y decidimos parar un rato. El tramo desde Salceda hasta Arca va serpenteando la carretera y se hizo un poco pesado. A las tres de la tarde reemprendimos la marcha manteniendo una agradable conversación entre unos encantadores bosques de pinos y eucaliptos. Hay alguna correidora que traslada al peregrino al más profundo sentimiento caminero. El verde predomina y la primavera es palpable en esta época del año. 

     En este recorrido se nos unió Sebastián y Carlos, dos peregrinos que no había visto pero que venían desde León  y desde Ponferrada. El primero era de San Sebastián y el segundo de Valladolid.  Todos juntos y en animada charla recorrimos los últimos kilómetros del camino. En Labacolla paramos un buen rato a tomar una cerveza, las piernas ya iban muy cargadas de tantas subidas y bajadas, y todavía quedaba hora y media. 

    Desde aquí hasta el Monte del Gozo el recorrido es bastante feo y aburrido, junto con el cansancio se convierte en uno de los tramos más duros del camino. Me alivió un poco la conversación del grupo. A las siete de la tarde llegamos al monumento a Juan Pablo II y poco después al macro albergue del Monte del Gozo. Este está apartado de la ciudad y es muy frío para el peregrino, que se encuentra en un pabellón con unos servicios mínimos. Todos nos esperamos encontrar una acogida calurosa y un albergue de lujo a nuestra llegada a Compostela y lo que nos encontramos es una especie de colonia de vacaciones con colchones viejos y bastante mugre. Sellamos y ubicamos nuestros bártulos en las literas. Tras la ducha retrocedimos hasta San Marcos donde en un bar dimos cuenta de una apetecible cena de tapas. Quedaban 4 kilómetros pero nuestros sentimientos es que la vivencia caminera había acabado.

    Al día siguiente solo quedaba el trámite de la Catedral y de la compostela, pero ya no había camino y horas de meditación en soledad. Esto me embargo de tristeza y melancolía. El día había sido duro tanto por el kilometraje como por las constantes subidas y bajadas. Aunque la distancia no había sido mayor que otras veces el cambio de ritmo es permanente y esto termina cansando. A las once di por terminado el día y casi mi Camino. 

Kilómetros 34,5
      

Día 18. Labacolla – Santiago. 13-05-2003

    Nos levantamos a las ocho de la mañana y después de empaquetar la mochila, por última vez, fuimos a desayunar al frío bar del albergue. Todos hablábamos y tomábamos nota de las direcciones de los demás prometiéndonos escribirnos y mandarlos las fotos. La sensación es de despedida de una experiencia única y fascinante. A las nueve emprendimos la entrada a Santiago. Esta nos presenta el cruce de la autopista con su gran barullo de coches, poco después el arco-monumento a los peregrinos al lado del palacio de Exposiciones. Hasta la plaza de San Pedro todo es moderno e inhóspito. Desde aquí es posible ver una de las torres de la catedral. 

   Un poco más adelante nos encontramos con la Puerta del Camino, con las piedras del casco antiguo y la presencia del fin es sentida profundamente. Volví a pensar los millones de peregrinos que habían pasado por estas calles y habían llorado por haber cumplido un sueño. La emoción lleno de agua mis ojos y las palabras desaparecieron de mi boca. Solo había espacio para las emociones. Callejón de las Ánimas, plaza de Cervantes, vía Sacra, calle Azabachería, Plaza de las Platerías (ya puedo palpar la catedral) y, por fin, plaza del Obradoiro.  

    Todos nos abrazamos y nos embelesamos con la fachada de la catedral barroca meta física de nuestro camino. Rodeados de turistas los peregrinos nos sentimos los auténticos creadores de esta leyenda, sueño, creencia, vivencia e historia que se llama Camino de Santiago. Después de las fotos de rigor nos dirigimos a la Oficina del Peregrino para recoger la compostela. No había apenas gente y con una gran frialdad nos rellenaron el papel sin tan siquiera preguntarnos por nuestra experiencia. Yo estaba deseando ser preguntado por la experiencia, pero simplemente me rellenaron el papel y me apuntaron la mi ciudad de origen del Camino. 

   En el mismo portal de la Oficina una agencia de viajes ofrece vuelos de vuelta y cogí billete para las cuatro de la tarde ese mismo día.  Visitamos la catedral y cumplimos con todos los ritos oportunos, croque, abrazo al santo y misa. Tuvimos suerte y pudimos contemplar como volaba el botafumeiro a lo largo de la catedral impregnando de ese maravilloso aroma que jamás se me olvidará. La lágrimas volvieron a mis ojos y una profunda tristeza por esta muerte del Camino. Esto sólo duró hasta salir de nuevo al Obradoiro donde volvieron los abrazos pero ya no como peregrinos, sino como turistas despidiéndose de amigos.  

   Todos juntos fuimos a comer a casa Manolo, excelente comida por un precio muy económico. A las 2 y media de la tarde recogí mis trastos y despidiéndome de todos me dirigí hacia el aeropuerto. Con mucha tristeza cogí el avión que me alejaba del sueño y la melancolía me inundó. Pero me resistí a quedarme sin la ilusión del Camino y  mi mente volvió a gestar un nuevo sueño.

       Este no sería el fin sino el principio de otros muchos Caminos.  

Kilómetros 4,4

   Ultrieia e Suseia

1 comentario

Marcia González Sajonero -

He leido todo tu diario, de punta a punta, he sufrido contigo también, Gracias por escribirlo, dado que pienso hacer el camino en el mes de agosto de este año, más esactamente a partir del 20 ....me ha servido mucho,,,,me pregunto que tal estará el clima en esa fecha. imaginate que voy a caminar 30 dias, voy desde Bogotá Colombia. Buen relato.